Discurso de aceptación de nominación de economista 2015 del Colegio de Profesionales en Ciencias Económicas, COLPROCE
Discurso de aceptación de nominación de economista 2015 del COLPROCE
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Discurso de aceptación de nominación de economista 2015 del COLPROCE Oscar Ovidio Cabrera Melgar Muy buenas noches: Señor Vicepresidente de la República, Licenciado Óscar Ortiz, Licenciado Alfonso Goitia, Presidente del Colegio de Profesionales en Ciencias Económicas COLPROCE Licda. Nora Mercedes Miranda de López , Presidenta del Banco Hipotecario, Ingeniero Ana Lilian Vega, Presidenta del Banco de Fomento Agropecuario, Lic. Álvaro Trigueros, Director de Estudios Económicos de FUSADES Lic. César Villalona, Economista investigador Estimados Invitados especiales que nos acompañan ésta noche: Colegas economistas Amigas y amigos de la prensa Es un verdadero honor compartir con todos ustedes algunas ideas y reflexiones… En los próximos minutos haré un esfuerzo inicial de introspección y luego procuraré sentar las bases de una propuesta de análisis del desenvolvimiento socioeconómico de El Salvador.En mi juventud y desde mi formación inicial, los principales problemas que aquejaban mi Santa Ana natal captaban mi atención y desde entonces he sentido la necesidad de dar una respuesta adecuada a esta problemática. Desde los años setenta, yo me veía inserto en una sociedad donde el irrespeto a la vida y a la voluntad popular en las urnas, como la falta de libertad de expresión eran la norma y no la excepción. En estas circunstancias, las normas morales, como requisitos para la convivencia entre las personas, eran sistemáticamente ignoradas. Otra de mis preocupaciones era que todo el sistema educativo, político y social estaba cimentado en la obediencia de los ciudadanos de reglas impuestas, que no tomaban en consideración los imperativos categóricos de la ética Kantiana, que sostienen que los caminos a seguir por las personas deben basarse en principios construidos desde la razón. Cada vez más, y en la medida que aumentaba mi formación, se tornaban más complejas las tareas de interpretación y de análisis como método para determinar acciones ordenadas y coherentes para mejorar la sociedad, que en un principio se me presentaba como un puzzle muy complejo.Mi sentido común observaba que el proceso de desarrollo de la sociedad salvadoreña en los setenta y ochenta, iba socavando las normas morales de convivencia con graves consecuencias para las futuras generaciones de salvadoreños. Finalmente, esto se transformó en una guerra civil de grandes proporciones. Inicié mi formación universitaria en la escuela de economía de la Universidad de El Salvador, con mi mente focalizada a dar respuesta a las interrogantes y preocupaciones previamente comentadas. Pronto me percaté que mi proceso de formación atravesaba por un disyuntiva, que basculaba entre una interpretación de la economía neoclásica y otra, Keynesiana y Marxista, según los enfoques de la época. Finalizó mi formación en la universidad, la cual se encontró ante dos paradigmas de investigación. Por una parte, el paradigma dominante o neoclásico, basado en la premisa que la actividad económica está motivada exclusivamente en las aspiraciones de los agentes individuales. En el centro de este enfoque, se encuentra que la producción es el resultado de combinar el trabajo y el capital, bajo el supuesto que los mercados se vacían, en dicho enfoque no tenía cabida el desempleo involuntario mucho menos el sub-empleo. Otro elemento de esta perspectiva, es que el ingreso nacional disponible bruto se distribuye de forma óptima entre salarios y beneficios (Godley y Lavoie, 2006). El segundo paradigma, basado en la oposición al enfoque dominante, se conjugaban un conjunto de escuelas que iban desde autores clásicos, tales como Marx, Kalecki, Sraffa y Keynes, donde las empresas operan bajo condiciones de competencia dinámica y rendimientos crecientes, y en este escenario, deben decidir cuántas cantidades producir, cuántos trabajadores contratar, cómo financiar las decisiones de inversión y qué precios de venta definir. En esta segunda visión, la distribución del ingreso nacional disponible bruto se descompone entre salarios y beneficios. Fue este último paradigma el que marcó mi proceso de formación posterior. Continué mis estudios de Doctorado orientado por un paradigma más heterodoxo e integrador que a mi entender, resuelve varios de los principales problemas como la desigualdad del ingreso y la riqueza, elevadas tasas de sub-empleo y desempleo y la estructura económica dejada al libre albedrío de las fuerzas del mercado en El Salvador.Desarrollé mi tesis doctoral a finales de los noventa, centrada en cómo funciona la competencia microeconómica y macroeconómica a la luz de la teoría de la competencia en los sectores industriales de la región centroamericana.Desde los sesenta a los ochenta, se produjeron cambios en la reproducción de la estructura socioeconómica centroamericana, tanto global como por países, que han definido como su principal característica “un sistema productivo dual”. En este sistema, coexisten sectores productivos con alta y baja composición orgánica de capital. Asimismo, el proceso de la producción de mercancías se llevó a cabo sin ninguna conexión con las necesidades sociales de la población; más bien, la motivación empresarial fue la obtención de una mayor tasa de ganancia (Cabrera, 2001).En la década de los noventa, se alcanzaron los acuerdos de paz que finalizaron con el conflicto armado; pero no se logró resolver la desigualdad, la falta de empleo, los elevados niveles de pobreza y un crecimiento económico sin oportunidades. Posteriormente, se sucedieron un conjunto de reformas orientadas hacia el mercado. En mi opinión, se continuó socavando el exiguo capital social por la falta de construcción de consensos sociales que trajo como consecuencia un conjunto de privatizaciones aceleradas donde unas pocas personas tomaron el control de los activos que estaban en manos del Estado. En este contexto, se erosionó el sentido de comunidad y de respeto a las normas básicas de la ética que trajo consigo el desarrollo de las pandillas, y el surgimiento de la violencia e inseguridad.Comenzando una nueva centuria, se optó por dolarizar la economía salvadoreña, sin discutir de forma consensuada la conveniencia o no de este esquema, basado en el supuesto que el riesgo de tipo de cambio era el de mayor magnitud. Esta acción de política sin consenso continuó desmejorando el capital social. En ese momento, se pensó que la dolarización iba a producir un aumento de la integración comercial y financiera con los EE.UU. y los demás socios comerciales atados al dólar, además de reducir el costo del crédito, expandir el comercio bilateral, la inversión y el crecimiento económico. Sin embargo, en una tesis doctoral que se leerá en noviembre de este año, Vielman (2015), sostiene que “La supresión del riesgo de volatilidad del tipo de cambio no ha expandido el comercio ni incrementado los flujos de inversión extranjera hacia la economía salvadoreña y la reducción del costos del crédito no se ha sucedido generando pérdidas de bienestar como consecuencia del menor financiamiento de la inversión productiva, esto conllevó a que en diez años de implementación de la dolarización no se alcanzó el pretendido crecimiento económico elevado y sostenido, que afirmaban los economistas que apoyaban la dolarización.” (Pág.100-104)Desde, 2011 iniciamos con otros colegas del Banco Central de Reserva, un programa de investigación que recoge todas las externalidades positivas de trabajo previos y desechamos enfoques no validados. Esto nos llevó a analizar cómo funciona una economía dolarizada, cómo elevar la productividad laboral y los salarios, cómo reducir la desigualdad y revisar qué grados de libertad mantiene la política fiscal. Otros ámbitos de análisis fueron la pobreza multidimensional, la vulnerabilidad socioeconómica al cambio climático, los territorios funcionales, y los efectos de la pobreza y desigualdad Amaya y Cabrera (2011, 2012, 2013).Los déficits fiscales y las deudas son idénticos al ahorro privado y a la riqueza, y como tales, son variables endógenas que los gobiernos no pueden controlar en su totalidad, contradiciendo a las propuestas de regulación fiscal basada en reglas fiscales o leyes de responsabilidad fiscal (Alvarado y Cabrera, 2014).La deuda de El Salvador ha aumentado significativamente en los últimos años y se encuentra en una trayectoria ascendente en la actualidad como consecuencia de una trampa de bajo crecimiento estructural de alrededor de 1.9% y de efectos coyunturales en el manejo del gasto público.Los escenarios simulados en un modelo stock-flujo sobre un choque externo (como el sufrido con la recesión mundial de 2009) para una economía dolarizada nos demuestra que la economía inicia una etapa de autodeterminación fiscal en vista a mantener o expandir la demanda agregada, cuando la propensión media a importar es elevada, los efectos sobre el crecimiento se diluyen a sabiendas que un déficit comercial y en cuenta corriente genera un déficit fiscal. La opción sugerida por el pensamiento dominante es la implantación de reglas fiscales que terminan por eliminar la política fiscal y que el formulador de política económica está totalmente desprovisto de formas de generar ingreso disponible a los hogares y proteger el empleo, por lo que la dolarización resulta ser un callejón sin salida.El dilema en la economía salvadoreña es si debe situar la sostenibilidad fiscal por encima del crecimiento económico inclusivo y la creación de empleo digno, o por el contrario, situar la política económica por encima de la sostenibilidad fiscal. La prescripción para crecer es incrementar la demanda efectiva global real que equivale a elevar los salarios de los trabajadores más los gastos en consumo e inversión y las exportaciones (reduciendo la propensión a importar), prescripción más viable para El Salvador a mi modo de entender.Dada la precedencia del crecimiento económico en el comportamiento de la deuda pública, es necesario identificar el origen del bajo crecimiento económico a escala territorial y la forma de impulsarlo, para que ello contribuya a mejorar los resultados en el ámbito fiscal.La economía salvadoreña se encuentra inmersa en una trampa de bajo crecimiento económico per cápita de 1.4% entre 2000 a 2013. Se estima que de continuar a este ritmo de crecimiento pasarán 31 años para que el país converja con el promedio de los países de ingreso medio alto (US$4,471) o 176 años para alcanzar el promedio de países de la renta per cápita alta (US$ 32,206). Esa ineficiencia es el resultado de una baja tasa interna de retorno para la inversiones productivas, menor inversión respecto al PIB y por la sub-utilización de más un millón de personas que sufren desempleo y sub-empleo a escala territorial y la migración de más de dos millones de salvadoreños a los Estados Unidos y otros países. La falta de crecimiento económico con igualdad de oportunidades ha dejado grandes estratos de la población sin acceso a un empleo digno (Amaya y Cabrera, 2013). Los problemas de crecimiento económico se enmascaran a nivel nacional y ocultan una severa desigualdad a escala municipal y departamental en dimensiones tan diversas como la Salud, Educación, Dinamismo Económico y Empleo, Ingresos y Pobreza, Género, entre otras.El lugar de nacimiento o donde los salvadoreños viven actualmente marca las oportunidades de acceder a un empleo digno, y por ello se recomienda una políticas de transformación productiva en los territorios más rezagados potenciando a los productores de Agricultura Familiar (AF) en los departamentos de San Miguel, Santa Ana, La Unión, La Libertad, Ahuachapán y Chalatenango porque cerca de la mitad de los puestos de trabajo temporales o permanentes contratados por la Agricultura familiar en todo el país se encuentran en estos Depto. (el 48%) y el 54% de los hogares pobres en AF de El Salvador están en estos territorios. (Cabrera, 2014) Los productores de agricultura familiar se especializan en el cultivo de granos donde los más importantes son el frijol, maíz y maicillo, productores que coexisten con una falta de asesoría técnica y falta de acceso al crédito que determina el uso de tecnologías poco complejas, lo que conlleva a una productividad insuficiente que dificulta la incursión hacia nuevos mercados nacionales e internacionales, situación reflejada en el bajo uso de canales de comercialización. (Cabrera, 2014)En los territorios de mayor dinamismo económico se propone incrementar la productividad en las PYMES del sector industrial junto al desarrollo de instancias de dialogo social (sindicalización, negociación colectiva y dialogo empresas, trabajadores y sector público)Hemos propuesto la vía para la transformación estructural centrando las políticas públicas en el conjunto de productos de exportación que presenta mayores ventajas comparativas reveladas, mayor productividad (PRODY) y ubicadas en el núcleo del “Product Space”. Estos grupos de productos se ubican en Sector Textil, Química Básica y Farmacéutica, Plásticos y Electrónica junto al desarrollo de servicios complementarios con los productos transables seleccionados tales como: Aeronáutica y Servicios empresariales a distancia sin descuidar, al transporte, almacenamiento y comunicaciones (Amaya y Cabrera, 2013).Otra vía que exploramos para elevar el crecimiento económico salvadoreño es a través de políticas de demanda efectiva para expandir el poder de compra de los hogares (representan un 95% de la demanda agregada) e incrementar los gastos en inversión productiva. (Glower, 2013, Pág. 178).La elevación de capital social parte de un acuerdo nacional donde la política económica opte por un pleno empleo y el crecimiento económico inclusivo donde se excluyan todo tipo de reglas de política y permitir al legislador y al formulador de política pública tomar decisiones en función de la principal restricción de la economía: la creación de empleo digno. Muchas gracias,

